Tengo en el corral una canasta de higos, un manojo de espárragos trigueros, un buen brazado de habas tiernas, una chota flamenca con dos ubres que la mano no cubre, una gallina pitirra más guarra que la Tota, un conejo tricolor y una perdiz guineana que me canta por las mañanas.
Colgando de la pared hay una foto del tito Manuel con mi prima la Raquel de cuando estaba preña del becerro del Andrés, que el día que la pillo bajaba los escalones de tres en tres.
En el pesebre vive un ratón que me lo roe too, un serón de esparto, la sartén de las migas y unos calzones del Salustiano medio cagaos.
En la molineta guardo la canana y la escopeta y en el cuartillo del motor tengo un catre para echarme la siesta y agarrarle de cuando en cuando a la Maritrini las tetas.
En la cuadra de atrás tengo a mi Locutor, una mulo romo colorado que me marca la besana y una borrica torda para tirar del carro de varas.
En el cuarto de los aperos guardo la escardilla, que mala puñalada le den, para cavar los capotes en enero, un puñado de sacos apilados y amarrada con una guita duerme mi Tarzana, una perrilla pequinesa, chata con las orejas tiesas, que cuida del ganado y se me remueve siempre para San Antón. A su vera enroscado, mi Wenceslao, un gato rubio atigrado con el rabo entrecortado que le amarga la vida al ratón.
